Después de la última aventura de vuestros amigos Don Quijote y Sancho, vuestra merced Alonso Quijano decide no salir de la Mancha durante un año y estaba muy bien en su casa, hasta que un día como todos el tablajero Ludovico recibió la noticia de que en el castillo del poeta Homero se iban a realizar justas entre Tirante el Blanco, Amadìs de Gaula, Amadìs De Grecia, Palmerín de Inglaterra, Don Quijote seria el contendiente de honor.
Cuando le llegó el mensaje a Don Quijote rápidamente como rayo se puso su armadura y alistó su adarga y su rocín para salir a las justas.
Ya en las justas como presentación salió Tirante el Blanco para enfrentar a Amadìs de Gaula, el combate fue horrible, se desgarraron las armaduras y esto lo aprovechó el primer caballero para arrojar al suelo a su contrincante. Luego le tocò como contrincante al famosísimo Amadís de Grecia, pero a éste no lo pudo derrotar.
Así continuaron luchando hasta que al Palmerin de Inglaterra le tocó combatir a Don Quijote quien después de decir estas palabras: “Dulcinea señora mía no abandonéis mi corazón” atacó al Palmerín y los dos cayeron al suelo en eso Alonso Quijano aprovechó para apalear a su enemigo, le dio una paliza que le tumbó los dientes, le rompió una costilla y un pie.
Esta fue una de las grandes justas que logró ganar nuestro Caballero de la Triste Figura, bueno en mi imaginación, nos leemos.
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